El boom de lo tecnológico es algo cada vez más normalizado en todos los hogares. Ya no es extraña la idea de prescindir de ciertas actividades u obligaciones como serían ir a comprar ropa o desplazarse hasta la administración para gestionar trámites burocráticos, dado que todo eso puede ser llevado a cabo vía online.
Si bien estos últimos ejemplos serían los más amigables con el imaginario colectivo, no se puede negar que también está cobrando gran fuerza el pedir comida a domicilio a empresas delivery como Pedidos Ya o Rappi, las cuales han llegado a conformar todo un fenómeno social en el que se trata de medir qué es lo más raro que se puede llegar a pedir a domicilio.
Si bien Rappi promete la posibilidad de pedir cualquier cosa a domicilio, Pedidos Ya ha logrado difuminar sus límites, no solo buscando ampliarse a todo tipo de sectores, sino incluyendo el mayor número de empresas posibles. Esta estrategia, aunque aparentemente disparatada, es magistral y a continuación explicamos el por qué.
Pedidos Ya, en vías del monopolio del sector delivery
Mientras que otras empresas buscan vender de todo, Pedidos Ya viene desde hace un tiempo ampliando su oferta a costa de incluir periódicamente nuevas empresas, de modo que los clientes ya no solo tienen acceso a un producto en específico, sino que pueden elegir entre los diversos proveedores.
Por si esto no fuera poco, su política de aumentar cíclicamente el número de empresas que la componen permite que los clientes estén pendientes de las actualizaciones en el listado de empresas recogido en la app.
Paralelamente, un sistema de feedback que permite resolver problemas e interactuar con otros clientes compartiendo opiniones y sugerencias, permite que lejos de conformarse como la empresa de confianza a la que recurrir, Pedidos Ya se haya convertido en una comunidad con diversas piezas interdependientes, que a modo gráfico se podría explicar como que el engranaje principal es la propia gestión de la empresa, que logra ponerse en movimiento por las empresas con las que se asocia que, a su vez, son movidas por la afluencia de pedidos, permitiéndose la continuidad del movimiento por la propia inercia de unos y otros.

El valor de la buena organización
Como ya explicamos al analizar el funcionamiento de Pedidos Ya como modelo transformacional digital dentro de la IV Revolución Industrial, desde la parte perceptible para los clientes que serían la interfaz de la aplicación, los diversos métodos de pago y la eficacia de la entrega, hasta la parte interna de fluidez de la carga e interconexión de las páginas que conforman la web de Pedidos Ya, existe una sólida estructura que mantiene la calidad de la marca.
Si a esto se le suma la valiosa táctica empresarial, se podría afirmar que esta empresa delivery se ha logrado alzar como modelo ejemplar de ecommerce. ¿Y qué subyace a todo esto? Mayormente la naturalidad, un atributo que Internet valora mucho tanto a nivel algorítmico como a nivel de comunidad. La periodicidad con la que avanza deja un margen suficiente para que la app esté organizada y la intuición no se pierda.
Por poner un ejemplo, una de las nuevas propuestas llevadas a cabo es la de vender bebidas a domicilio. Al introducirse de forma aislada dentro de unas ofertas bien consolidadas, queda mejor integrado en la mente de los consumidores que ya cuentan con esa nueva oportunidad. A diferencia de la competencia, que al presentar oportunidades aparentemente ilimitadas no dan lugar a que se procesen las potencialidades a las que se puede acceder.
El resultado de esto último es ni más ni menos, que el alcance de un mayor target de clientes interesados por la calidad, así como un crecimiento constante que refuerza la inclusión de nuevas posibilidades que, al igual que la competencia, son a cada cual más disparatadas, llegando incluso a venderse combustible a domicilio fruto de la asociación con Petrobras.
Pero si algo hay que extraer de esta reflexión es que Pedidos Ya actúa con conciencia de negocio, moderando la ambición y calculando con exactitud cuándo lanzar el producto. Esta es la esencia de una buena estrategia de marketing, pero adaptada a un contexto digitalizado en el que se asume que cuanto más mejor, perdiendo en ocasiones la noción de los objetivos empresariales.